Decíamos
ayer, que la casa en la que vivo en Madrid tiene un pequeño patio interior al que de vez en cuando conviene darle un pequeño repaso de limpieza (lo de convertirlo en piscina,
viendo lo complicado que está cambiar cuatro enchufes y dos bombillas lo dejamos para otro año...).
Pues bien, las labores de limpieza e información fueron realizadas la semana pasada, y digo información porque a estas alturas ya sé las tallas de ropa, qué es lo que fuman, o la afición por las flores artificiales de mis vecinos de arriba (algunos hasta se aparean en la ventana...).
Pero... mala suerte!!!. La ola de calor ha abatido a una paloma, que no ha encontrado mejor sitio donde caer que el impoluto patio. Y como no voy a llamar a
algunas para que la retiren (pues seguro que cuando les interese, también van a recurrir al calor para no currar), pues he decidido que sea otro inquilino de la casa el que lo haga. A fin de cuentas, las dos ventanas que dan a dicho patio no son las de mi habitación.
¿Escribiré el año que viene que entre los objetos encontrados en la limpeza anual se encontraba el esqueleto de una paloma?