El último viaje trancurre como si fuera uno más. Pese a todo la conversación gira en torno a pequeños sucesos cotidianos ocurridos durante este año y medio.
El metro se detiene en mi estación, sin dar apenas tiempo a un abrazo de despedida, sólo dos besos y un par de frases (las últimas) dejadas a la improvisación.
"No nos eches mucho de menos", me atrevo a decir yo. "Que te vaya bien... todo" responde ella.
Su convoy parte. Esta vez prefiero no quedarme con la sempiterna imagen de "algo" que se aleja. Mis pasos se proyectan hacia adelante, hacia otro presente, y con ellos mi mirada; pero mi mente me guarda de nuevo una mala pasada y se empeña en aferrarse a este recuerdo que ya ha quedado guardado en algún compartimento estanco de mi memoria...