martes, 23 de agosto de 2011

Polémicas aparte sobre financiaciones, oportunismos, necesidades y dobles varas de medir, debo reconocer que Madrid ha quedado muy triste tras la marcha de los peregrinos de la JMJ.

Han sido unos días de alegre colorido. Bello ejemplo de convivencia entre personas de razas, lenguas y nacionalidades distintas. Sólo quedaría añadir credos e ideologías para denominar la experiencia como excepcional...