Ha sido una de las conversaciones más subrrealistas de mi vida: sentado y hablando con mi jefe de mi pasado, presente y futuro en el proyecto en el que trabajo y de mi integración en la empresa. En fin... la típica batalla de ajedrez en el que cada uno parapeta su rey detrás de los peones dejándole la iniciativa al otro.
Y como suele suceder en estos casos, la conversación va derivando hacia otros temas: de la psicología de empresa, a la política y de allí al sexo (y sí...!, ¡sed mal pensados porque mi jefe es hombre....!). En fin... todo aquello que supongo que cada uno de vosotros habláis con vuestros "respectivos" (Jefes, se entinde, porque que habláis de sexo con vuestra pareja no cuela. Que uno es ingenuo pero no tonto, ¡coño!).
Y al final... ¡oh sí!, me he atrevido a traspasar el umbral de la decencia:
- Yap...! Pero es que estoy mal pagado.
- ¡Sí, itsas!, como todos... A ver... ¿cuánto ganas?
- Si te digo la verdad... no lo sé! (algo realmente verídico, dicho sea de paso...).
Se hace una pausa. Consulta unas cosas en su PC, y de repente se echa hacia atrás con extrañeza...
- Joer, Itsas, es cierto!!! Ganas poco!!!!