lunes, 16 de abril de 2007

Por un momento he vuelto a desear que el mundo se pare, y que la frenética actividad que me impide dedicarme como se debe a uno mismo y sobre todo a los demás (a quienes últimamente tengo demasiado descuidados) cese de una vez por todas.

Y he vuelto a recordar largas tardes de soledad, donde las horas se hacían eternas. Y vio Itsas que no era bueno. Entonces he pensado, que tal vez, el cambio no merezca la pena.

Y me vuelvo a sumerger en absurdas "responsabilidades" que me alejan de mí y de los míos. El mecanismo que rige la producción sigue perfectamente engrasado.

3 comentarios:

Anónimo dijo...

Esto me suena mucho... tendré/as que ponerme/te serio...

Blackberry dijo...

Yo tampoco quiero trabajar :(

Quiero viajar y mimar a mis gatos y pasar tiempo en una isla del caribe, al solecito, comiendo mango y bebiendo zumos de frutas...

Anónimo dijo...

Yo creo que he conseguido tenerlo todo mimimamente equilibrado... aunq si el día tuviera 48 horas todo iría mejor...