Por un momento he vuelto a desear que el mundo se pare, y que la frenética actividad que me impide dedicarme como se debe a uno mismo y sobre todo a los demás (a quienes últimamente tengo demasiado descuidados) cese de una vez por todas.
Y he vuelto a recordar largas tardes de soledad, donde las horas se hacían eternas. Y vio Itsas que no era bueno. Entonces he pensado, que tal vez, el cambio no merezca la pena.
Y me vuelvo a sumerger en absurdas "responsabilidades" que me alejan de mí y de los míos. El mecanismo que rige la producción sigue perfectamente engrasado.
3 comentarios:
Esto me suena mucho... tendré/as que ponerme/te serio...
Yo tampoco quiero trabajar :(
Quiero viajar y mimar a mis gatos y pasar tiempo en una isla del caribe, al solecito, comiendo mango y bebiendo zumos de frutas...
Yo creo que he conseguido tenerlo todo mimimamente equilibrado... aunq si el día tuviera 48 horas todo iría mejor...
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