martes, 21 de noviembre de 2006

Desde antes de tener uso de razón he sido un no alineado. Recuerdo que durante los primeros días de 1º de E.G.B. y mientras iba investigando mi nuevo colegio, se me acercó un compañero para preguntarme si quería formar parte de la banda de uno de los dos matones de la clase. Ante mi negativa, al día siguiente vino hacia mí el lugarteniente del otro jefecillo. Naranjas de la China...

Durante las siguientes semanas, o tal vez meses, permanecí a un lado viendo como la práctica totalidad de mis compañeros se cosían a bofetadas durante los recreos por mandato de los más fuertes y descubriendo hasta que punto el hombre es capaz de perder parte de su individualidad al dejarse someter por la autoridad (elegida o no).

Esta percepción del mundo apenas ha variado desde entonces.

2 comentarios:

Susy dijo...

Es cosa de elección, fuerza, voluntad y no pocas renuncias salirse del carril, a conciencia, y tirar millas a solas. Que luego en espíritus parejos te mirarás y abrazarás por el camino.

Un abrazo.

Anónimo dijo...

No alinearse es una forma de tomar partido, y no siempre es la más fácil.

Musu bat