miércoles, 28 de septiembre de 2005

Así empezó...

Ese día me tuve que quedar hasta tarde en el trabajo. A eso de la ocho noté que la noche empezaba a caer. Desde el mismo sitio en que me encuentro ahora, giré la cabeza en dirección a la ventana y vi mi cara de cansancio reflejada en el cristal. A punto de caer derrotado vencí mis últimos temores. Ahora o nunca. O nunca, o nunca, o nunca, o nunca...

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1 comentario:

Txabi Beroitz dijo...

Por una vez, sin que sirva de precedente: ¡Benditas horas extras!. Aunque fueran by the face (negaré haber dicho esto). Un beso.