Ese día me tuve que quedar hasta tarde en el trabajo. A eso de la ocho noté que la noche empezaba a caer. Desde el mismo sitio en que me encuentro ahora, giré la cabeza en dirección a la ventana y vi mi cara de cansancio reflejada en el cristal. A punto de caer derrotado vencí mis últimos temores. Ahora o nunca. O nunca, o nunca, o nunca, o nunca...
Entré en la página principal de Blogger.
1 comentario:
Por una vez, sin que sirva de precedente: ¡Benditas horas extras!. Aunque fueran by the face (negaré haber dicho esto). Un beso.
Publicar un comentario