martes, 2 de agosto de 2005

Paseos (II)

Todas las mañanas paso por al lado de una colonia llena de chalecitos, adosados, calles estrechas poco transitadas y muy arboladas. Este pequeño "placer" del que disfruto cada día no es producto de la casualidad sino algo intencionado porque para ello debo bajarme una parada de metro más adelante de lo que me corresponde.

Este rodeo incrementa en unos cinco minutos el trayecto que separa mi casa de mi trabajo, y tiene como objetivo evitar el paso por una calle ruidosa por la que circulan coches a alta velocidad y conductores nerviosos con la mano pegada al claxon.

Esta "pérdida" de cinco minutos cada día no la considero como tal. Me hace llegar más relajado al trabajo, me ayuda a terminar de despertar y durante ese pequeño paseo se me han ocurrido algunos de los posts que luego he colgado por aquí. Claro, que las rosas tienen espinas... y la gran ostia (perdón Amatxu!) que me metí en enero o el incidente con la furgoneta que casi me atropella en marzo se produjeron por esas calles.

En fin, yo sólo quería poner una reflexión que se me ha ocurrido durante ese trayecto, pero me he ido por las ramas y casi mejor lo dejamos para mañana...

No hay comentarios: