viernes, 28 de enero de 2005

Besando el suelo

Hace unos días hablaba de mi predilección del frío sobre el calor. La prueba la encontramos en estos días donde a pesar de estar sufriendo las temperaturas más bajas de los últimos veinte años aún no me he muerto. Pero... poco me ha faltado. Absorto iba en mis pensamientos cuando al doblar una esquina no me he dado cuenta de la capa de hielo que se había formado en la carretera. El resto os lo podréis imaginar... Patinazo, los pies de Itsas por encima de su cabeza, culo convertido en improvisado tren de aterrizaje, periódico cayendo diez metros más allá e Itsas finalmente tumbado en medio de la calle. En fin, la madre de todas las ostias (¡perdón amatxu!). La chiquita que venía justo detrás de mí no ha podido contener la risa una vez ha comprobado que mi integridad física (que no moral) no había sufrido daño aparente alguno.

Y lo peor de todo es que debo reconocer que la culpa es mía y sólo mía:
- Primero por no mirar donde piso.
- Segundo por mi manía de andar por la carretera en lugar de la acera.
- Tercero por llevar unos zapatos viejos (que debería haber tirado hace meses) sin ningún dibujo en la suela.
- Cuarto por haber madrugado más de lo "habitual" en mí.
- Y quinto por haber olvidado el paracaídas en casa, pese a las advertencias de las autoridades.

1 comentario:

itsasbeltza dijo...

He de decir que tuve suerte. Tanto la chiquita como un emigrante ecuatoriano que también pasaba por ahí me ayudaron a reincorporarme. Por fortuna el viernes pude escribir un post de temática "al mal tiempo buena cara" y no sobre nuestra insolidaria sociedad. Porque todo hay que decirlo, el primero en reírse fue el menda.