miércoles, 13 de abril de 2005

Despedidas...

El viernes tuve que salir corriendo del trabajo. Tenía billete para un autobús que no podía perder y que me vino muy bien para no alargar innecesariamente una despedida.

Nos dimos un abrazo y nos despedimos. Al darme la vuelta mis ojos estaban empapados, afortunadamente la atención de todos estaba puesta en él, lo que me vino muy bien para sobreponerme de mi momento de debilidad.

Hace un par de años una compañera de otra empresa dejó el proyecto en el que trabajábamos juntos. Corrían malos momentos y durante los últimos meses nos habíamos apoyado mutuamente. La cogí un enorme cariño y durante un mes estuve añorando las largas conversaciones de teléfono en las que intentabamos resolver los problemas que se nos presentaban en nuestra jornada laboral. Comentándolo con unos amigos dije que la echaba mucho de menos, pero que el mundo se me caería encima el día que se marchara otra persona.

Y el viernes el mundo se me cayó encima. Samuel, tomó las maletas y en un acto de locura o de sensatez decidió irse lejos. Muy lejos.

Y hoy es el día en el que levanto la vista, miro a la izquierda y me tengo que callar la chorrada que me viene a la mente y que hace que el estar sentado nueve horas aquí sea algo mucho más humano.

2 comentarios:

Anónimo dijo...

Hoy entiendo tu historia... el qué hacer después de acostumbrarte a una persona diariamente que te hace la vida, si acaso, más feliz... Un saludo.

itsasbeltza dijo...

Por cierto, me gustaron tus mmmmmmmmmmm
Besos.