viernes, 7 de agosto de 2009

Hace unas semanas una ráfaga de aire abrió una puerta que yo consideraba cerrada. Digo consideraba porque cada vez me daba más pereza subir al desván para verificar si estaba abierta o no. Sin embargo fue tal el estruendo causado por el viento que esta vez no me quedó mas remedio que subir.

Y la cerré...

Sin embargo se me olvidó cerrar la ventana. Y eso fue lo que a fin de cuentas provocó que la corriente circulase por la habitación. Pero me da tanta pereza volver a subir para cerrarla...

2 comentarios:

odraz dijo...

Un poco de aire fresco tampoco viene mal... Además, yo sé de una ventana tuya a la que me gusta asomarme de vez en cuando y que no me gustaría ver cerrada.

itsasbeltza dijo...

Jajaja!!! Esa ventana no se cierra...!!!