miércoles, 23 de julio de 2008

Hoy he ejercido de alondra: he madrugado, he contemplado un bello amanecer desde la ventana del trabajo mientras tomaba mi segundo café del día, sólo he realizado 10 minutos más de los estipulados en mi contrato laboral, he comido pronto y he dormido una siesta mientras contemplaba la etapa del día del tour de Francia. Pequeñas cotidianidades que por tener un carácter desordenado me pierdo la mayor parte de mis días.

Me ha gustado, pero no pienso tomarlo como mi nuevo de modo de vida. Por mucho que proteste una amiga mía, los niños (y niñas) malos nos recogemos tarde a la cama, con lo que alguna de estas cosas nos están vetadas.

4 comentarios:

Anónimo dijo...

Suerte tienes de trabajar en un lugar que te permite ver un amanecer, y no en una "cueva" como a desafortunadamente nos ocurre a algunos, que a duras penas entra un rayito de sol...

Besotes, niño malo.

itsasbeltza dijo...

Desde que te marchaste, mis amaneceres ya no son tan bellos...

¿Ves? En todas partes hay poesía...

Anónimo dijo...

Seguramente que si lo convirtieses en un hábito perdería todo su encanto.Romper con la rutina de vez en cuando es bueno. Y ser desordenado y malo es una cualidad de las que algunos debemos estar orgullosos aunque muchos no estén de acuerdo, verdad? Porque afortunadamente cada uno es como es.

itsasbeltza dijo...

Pues yo también te tenía a ti por "niña buena"...