He decidido mandarle un SMS a una ex, algo lacónico pero correcto e incluso con una pequeña pizca de sensiblería. Justo cuando me disponía a pulsar la tecla para enviar mis palabras me han entrado unos nervios sólo comparables a los de una "primera vez", y solo entonces ha sido cuando ha aparecido mi escondido orgullo para advertirme de que tal vez ella no se merezca tanto.
4 comentarios:
Pues estoy de acuerdo con ese orgullo de última hora...
y yo, lástima que el mío llegue siempre después de darle a la tecla enviar.
Me sumo a la lista de las que reaccionan después de enviado... qué canelas...
Estamos de acuerdo, y además nos salva en muchas ocasiones de hacer el ridiculo.
Me gusta tu blog, te seguiré leyendo.
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