A veces es graciosa las diferencias que hombres y mujeres tenemos para percibir una misma realidad. Ella y yo estábamos hablando de una pequeña calle de Madrid de la que ninguno de los dos recordábamos su nombre:
- Sí!, según entras por la Castellana hay un banco.
- Bueno...!, al final hay un solárium, ¿no?.
- ¿un solárium, o un concesionario de coches?
- No!, un solárium... y en la acera de enfrente, a mitad de calle una pastelería...
- Pero... ¿ahí no hay una caja de ahorros?
Acabo de pasar por esa calle, y en efecto...! Ambos hablábamos de la misma.
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