Durante mucho tiempo, cuando veía situaciones parecidas, me decía que jamás de los jamases dejaría que eso me sucediese a mí. Que no merece la pena martirizarse cuando no tienes del todo claro que las cosas vayan a llegar a buen puerto y que el sacrificio va a servir para algo. Que pocos días pasamos en este mundo para estar la mitad de ellos sufriendo. Y que en otros lugares brilla mucho más el sol.
Y ahora que es cuando debo huir, noto que mis miedos me retornan a la casilla de salida.
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