viernes, 2 de febrero de 2007

En mitad de la discusión ella comenzó a hacer la maleta para el viaje del día siguiente, pero con la duda de si tal vez, esta vez abandonaría para siempre el piso en el que apenas llevaban un par de meses de convivencia. Mientras su rostro se cubría de lágrimas, un pequeño atisbo de lucidez le movía a no ir más cargada de lo estrictamente necesario.

Al día siguiente, cuando él se había marchado y tras una noche en la que sellaron su reconciliación ella se levantó desnuda de la cama y como un resorte se dirigió al lugar donde había abandonado su maleta. Apenas recordaba lo que había guardado y sus dudas le impulsaron a revisar más tranquilamente su equipaje. Una muda, una vieja blusa, una falda corta, la cámara de fotos y unos discos. Y entre los discos, áquel que le recomendó un amigo tan especial...

5 comentarios:

Anónimo dijo...

No sé si lucidez o miedo a cambiar, al vacío, a la soledad...

Anónimo dijo...

En la vida no se puede ir cargado, ni de dudas, ni de miedos, ni de maletas... Ni de recuerdos...

itsasbeltza dijo...

Bueno, Txabi, a veces esa lucidez es la que nos evita tomar decisiones demasiado precipitadas.

Isthar, con respecto a los recuerdos, mejor que desprenderte de ellos es saber guardarlos en el cajón más apropiado...

Anónimo dijo...

Hay gente que directamente te los tira a la cara, pa que veas que hay gente para todo :)

itsasbeltza dijo...

Isthar... ácabo de comprender tus palabras. Gracias por compartirlas conmigo!