miércoles, 13 de diciembre de 2006

Tuve una pareja que siempre quería controlar cada uno de sus movimientos (y de rebote los míos), así que cada vez que quedábamos su segunda acción era preguntarme a dónde íbamos. Cierto es que su carácter propiciaba que la mayoría de las actividades "extraordinarias" que hacíamos juntos fueran a iniciativa suya, pero también lo es que delegaba en mí las actividades "ordinarias" que toda pareja termina por realizar en los días rutinarios, que son la mayoría; y más cierto es que esperaba de mí que convirtiera en especiales todos aquellos días grises.

Al principio le planteaba algunas alternativas, pero pronto empece a recibir sus negativas por lo que me pertreché en mi muralla defensiva y ante el qué hacemos comenzó a recibir "lo que quieras" como respuesta.

Tuve una pareja que siempre quería controlar cada uno de sus movimientos (y de rebote los míos), así que cada vez que quedábamos nuestra segunda acción era discutir.

Reléome. Acabo de escribir un post alimentado por la frustración y la añoranza. De historias cotidianas, pero también de historias prohibidas. Un post, que aunque no lo parezca (¿o sí?), tiene una fuerte carga sexual. Ha sido un lapsus. Lo siento. Prometo retornar a la senda recatada.

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