jueves, 14 de diciembre de 2006

He leído en los obituarios de la prensa que era una persona valiente que defendía con vehemencia a los suyos. Así puede constatarlo. Nos pilló a todos de sopetón, tanto a los miembros que formábamos la mesa electoral como a los interventores y apoderados de las candidaturas electorales. Entró decidida en el aula y se acreditó como candidata a diputada por Bizkaia, nos dió un frío apretón de manos a todos y se fundió en un caluroso abrazo con la interventora de su partido político. Se hizo un tenso silencio en la sala sólo interrumpido por sus palabras. Me dejó aún más destemplado. Nunca he sabido si tras los amargos sucesos de aquel fatídico mes de marzo, mi silencio ante un miembro del partido por entonces en el gobierno cabía interpretarlo como respeto, rabia contenida o cobardía.

No hay comentarios: