Recuerdo que una vez, cuando aún no conocía de qué iba el mundo laboral, le eché la bronca a Cristina porque me comentó que si enteraba de una buena oferta de trabajo no me lo iba a decir. De inmediato fue tachada de egoísta por un bisoño Itsasbeltza con un concepto de lo que es la solidaridad pelín tergiversado.
Cristina en eso, y en otras cosas que no quiero relatar, fue una aventajada respecto a mí. Como quiera que la vida nos ha separado, ya no puede devolverme la afrenta, aunque claro... quizá sus ojos como platos ya me querían decir por entonces, que tarde o temprano iba a terminar por pensar como ella.
1 comentario:
Vaya, que interesante...
algunas veces necesitamos vivir directamente las cosas para creer las palabras de quién alguna vez las vivieron...
Besitos, niño!
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