viernes, 19 de mayo de 2006

Ayer cometí el mayor de los pecados que un usuario de Linux puede cometer, hacer un borrado recursivo de un directorio sin comprobar en qué lugar me encontraba.

Afortunadamente lo hice sobre el directorio donde tengo mi cuenta de usuario por lo que no borré ningún archivo de sistema y por lo tanto todas las aplicaciones parece que funcionan con normalidad (o eso parece).

Como fuera que me percaté de mi tremenda aberración, logré parar el proceso borrado antes de que éste concluyera por si mismo. Eso sí, cualquier archivo o directorio que alfabéticamente estuviera situado antes que "eclipse" forma ya parte del olvido de mi CPU (quien por cierto supera en ello a los humanos en esa habilidad).

Así pues han desaparecido para siempre:
- Un fichero llamado "ahora" con un pequeño relato inacabado que iba a publicar en este blog.
- Una carpeta llamada "documentación" con un valor incuestionable.
- Un archivo llamado "blogs.txt" que contenía los 30 o 40 blogs que he leído por completo y que de vez en cuando ojeo para ver si han sido actualizados.
- Otro directorio denominado "cartas" con documentos word creados por amigos míos.

A puntito de caer en la hoguera estuvo el directorio "fotos", y de haber llegado a la 'v' hubiera tirado a la borda una semana entera de trabajo.

Y todo por querer instalar un cliente para chatear...

2 comentarios:

Anónimo dijo...

De este tema mejor no hablamos que estoy muy sensibilizada, tuve que formatear hace una semana y he perdido los textos, las canciones y las fotos. Todos inéditos y todos de gente a la que quiero. Ahora pienso en cómo les explico que no había hecho una copia de seguridad…
Tengo un punto a favor, todos saben que soy un desastre.

Anónimo dijo...

Me encanta que mis amig@s sean tan sumamente infotorpes como pueda serlo yo... o incluso más!. ¿Particiones en un disco duro?, ¿una pequeña tarea cada 30 de mes?. Cuestíón de organizarse...

Musu bat!