El viernes, en su cumpleaños, apenas se dejaba ver por la Puerta del Sol. Sin embargo, ese mismo viernes, en una plaza castellana donde quizá nunca antes había sido vista, reclamó su derecho a existir, aún extrañando la compañía de los estandartes de las diversas cofradías de Semana Santa o la de la enorme enseña bicolor que engalanaba la terraza de la Casa consistorial.
1 comentario:
Si las monjas y curas supieran... En Lo Grau vi una preciosa en un balcón. Y "casualmente" en el grupo que íbamos había forros polares adecuados para formarla, hay documento gráfico, jejeje.
Ya estamos de vuelta!
Musu bat!
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