Nunca me ha dado por buscar o interpretar las señales del cielo, pero en estos momentos una gran nube negra se cierne sobre Madrid.
Y lo que parecía que iba a ser un día luminoso con la llegada de la tarde se está empezando a parecer a aquella fría mañana de niebla en la que el rojo le acabó ganando el protagonismo al gris.
...y es inevitable recordar, pues de lo contrario nos convertimos en seres carentes de sentimientos. Es inevitable recordar aquella fría mañana de niebla en la que Madrid se emparentó con la ciudad de las mil y una noches y en la que sus ciudadanos supimos de los horrores de la guerra.
No os olvidaremos.
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