Un viernes, como la mayoría de los viernes de esa época, mientras Miguel Angel me llevaba a mí y a mi borrachera de vuelta a casa, me insinuó que a él no le gustaban las chicas.
Cuando algunos años después me confesó explicitamente sus preferencias sexuales, me dijo que durante mucho tiempo me había estado preparando para la noticia.
Noticia que por supuesto, me pilló completamente fuera de juego. Y es que... no, a mí se me tienen que decir las cosas bien claritas, que las sutilezas no las capto... tal y como me sucedió a mí y a mi melopea hace ya unos años.
1 comentario:
¡Jo!. Está visto que uno es menos "original" de lo que siempre había pretendido. Eso, o tú y yo somos gemelos separados de pequeños... Un día le decía a una común amiga bloggera que para enterarme de las cosas uno necesita una de estas vallas publicitarias delante de casa y que lo ponga en letras bien grandotas...
Pero en mi caso ocurre incluso sobrio!
Un beso
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