miércoles, 21 de septiembre de 2005

Tierra trágame

Casualidad. Para una vez que me dejo el móvil encendido en una reunión me tiene que sonar. Y como las prisas no son buenas consejeras, mis ganas por cortar rápidamente la melodía de la llamada me han hecho pulsar el botón de descolgar en lugar del de colgado para acto seguido, preso ya de un ataque de ansiedad, pulsar el botón de "manos libres".

Y es ahí cuando ha surgido la voz de la teleoperadora preguntando por mí, para hacerme alguna oferta con la que mi querida operadora de telefonía móvil ha tenido el gusto de obsequiarme, previo pago de 3 euros, claro.

En fin, que he tenido que quedar como un auténtico borde. Porque... ¿Cómo se habrá sentido la chiquita al escuchar primero las risotadas de diez personas para acto seguido ser dejada con la palabra en la boca?

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