jueves, 14 de abril de 2005

A ella también le pasa...

El cabezota de Samuel dejó un frasco lleno de monedas (céntimos de cobre) encima de mi mesa. Es cierto que la mayor aportación a la causa fue mía, pero el trato decía que eran para comprar los caramelos con los que nos obsequiaba en su cumpleaños.

Pensé que aún tendría que hacer algunas cosas por Madrid, así que pensé que quizá ella podría ayudarme a devolverle el tarro. Estuvimos un rato hablando por teléfono de cosas "sin sustancia" hasta que por fin pregunté si iba a verle en breve.

Entonces su voz se quebró, "no, creo que no..." y se hizo un silencio. Ella también le echará de menos.

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