jueves, 17 de febrero de 2005

Pero el mundo sigue...

Se me ha quedado grabada la estampa que he presenciado esta mañana. Una niña de unos cuatro años, rubita, preciosa se ha detenido a escuchar la música que tocaban dos hombres en los pasillos del metro. Y digo a escuchar porque mientras el resto de la gente pasábamos a toda velocidad por delante de ella, le tapábamos con nuestros cuerpos la visión directa a los músicos.

La escena ha sido de esas pequeñas cosas que me dan que pensar. A veces somos nosotros los que pedimos que el mundo se detenga por un momento, hoy una pequeñaja me ha enseñado que somos nosotros los que podemos pararnos a contemplar lo que sucede a nuestro alrededor.

2 comentarios:

Anónimo dijo...

Demasiada prisa tiene el mundo para detenerse a observar las pequeñas cosas... deberíamos aprender de niñas como ella... Besos.

itsasbeltza dijo...

Pues fíjate que ni siquiera tuve tiempo de comprobar sí su madre andaba por ahí cerca...
Muack!