Se me ha quedado grabada la estampa que he presenciado esta mañana. Una niña de unos cuatro años, rubita, preciosa se ha detenido a escuchar la música que tocaban dos hombres en los pasillos del metro. Y digo a escuchar porque mientras el resto de la gente pasábamos a toda velocidad por delante de ella, le tapábamos con nuestros cuerpos la visión directa a los músicos.
La escena ha sido de esas pequeñas cosas que me dan que pensar. A veces somos nosotros los que pedimos que el mundo se detenga por un momento, hoy una pequeñaja me ha enseñado que somos nosotros los que podemos pararnos a contemplar lo que sucede a nuestro alrededor.
2 comentarios:
Demasiada prisa tiene el mundo para detenerse a observar las pequeñas cosas... deberíamos aprender de niñas como ella... Besos.
Pues fíjate que ni siquiera tuve tiempo de comprobar sí su madre andaba por ahí cerca...
Muack!
Publicar un comentario