martes, 21 de diciembre de 2004

Todos somos Mafalda

Mis primeros contactos con un periódico se limitaban a abrirlo por la página de pasatiempos para leer la tira de Mafalda. Gracias a ella descubrí la guerra del Vietnam, o los entresijos de la guerra fría. Me abrió los ojos a la cuestión colonial, al derecho de autodeterminación, y a la carrera de armamentos. Años después, aún comparto sonoras carcajadas con ella al leer la definición de democracia en cualquier enciclopedia o las mismas fobias cuando me encuentro con un plato de sopa en frente.

Mafalda era tema de conversación en aquella época. A la pregunta de a qué personaje de las tiras de Mafalda creíamos parecernos más, todos respondíamos igual. En mayor o menor manera, todos nos identificábamos con ese personaje intemporal. Su carácter contestatario e inconformista pero provisto de una enorme fe en la humanidad, sus enormes ideales o su rechazo ante las injusticias del mundo no nos dejaba indiferentes.

Hoy Mafalda es ya una mujer de 40 años, sin embargo muchas de sus reflexiones infantiles aún tienen vigencia.

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