jueves, 25 de marzo de 2010

Cuatro horas...

...eso fue todo lo que estuvo conmigo.

Benito era pequeño y de ojos saltones. La primera hora parecía moverse graciosamente pero me sorprendía que se quedaba un buen rato mirando al exterior, como si quisiera escaparse. Empecé a dudar a la hora de la cena cuando no quiso probar ni un bocado de lo que le eché, pero pensé que vendría bien alimentado de su anterior morada. Una hora más tarde empezó a tener predilección por la superficie hasta que le vi ligeramente escorado. Poco después comprobé que ya apenas se estimulaba ni con los golpes en el cristal; pero era tarde, busque desesperadamente un lugar donde cambiarle pero en casa no había más que cervezas y una coca-cola pasada de fecha. Cinco minutos más tarde me lo encontré quieto flotando. Al sacarlo del agua me percaté de que no se movía.

Goian bego, Benito!

1 comentario:

odraz dijo...

Uyuyuy.... Cualquiera te deja en confianza algún animalito...