viernes, 26 de febrero de 2010

Esta mañana, al llegar al trabajo, Almudena se ha levantado corriendo a abrirme la puerta, me ha recibido con una sonrisa, me ha lanzado un piropo y me ha dado el calendario de mesa para que pueda apuntar los cumpleaños de modo que no se me olvide ninguno (que a este paso se me olvida hasta el mío...).

Y todo ello en consideración a los favores que yo le hago día a día. A saber: cambiarle de sitio los adornos que tiene sobre su mesa, sacarle los colores en cuanto tengo ocasión, desordenar el último puñado de revistas que ha clasificado, dejarle el periódico abierto sobre su mesa cuando no está para que su jefa le eche la bronca, y hacerme el enfermito, insistiendo en que me falta la respiración, para que ella (como miembrA del equipo de primeros auxilios) me reanime.

Definitivamente queda demostrado que se recoge lo que se siembra...

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