lunes, 4 de septiembre de 2006

Necesitaba un bolígrafo. He ido a buscarlo donde siempre, al altillo del armario que hay en el comedor justo encima de la tele. He cogido la caja en la que amatxu guarda los bolis nuevos, he tomado un pilot y he hecho el gesto de devolver la caja a su posición inicial, entonces me he detenido en seco, he echado la mano hacia atrás y me he parado a observarla, la misma caja en la que llevo más de 25 años cogiendo bolígrafos y lapiceros. Es una caja de latón que se usó para almacenar caramelos de toffee, nata y chocolate fabricados por una empresa de Logroño. Hay referencia a varios premios recibidos en exposiciones allá por los años 1908, 1925, 1948... También está impresa la dirección de la tienda en la que se vendieron, el apartado postal, la dirección para enviar telegramas, el número de teléfono con sólo cuatro cifras!!!... Tendrá unos 50 años pero por ella no parece que haya pasado el tiempo.

He devuelto la caja a su sitio. Me alegra saber que en casa hay cosas que nunca cambian, aunque lo cierto es que los que menos queremos que cambien somos los que ya la hemos abandonado la vivienda: mi hermana y yo seguimos empeñados en beber agua en los vasos de toda la vida recibiendo de paso las broncas de amatxu y amama por no querer hacerlo en los nuevos.

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