domingo, 7 de mayo de 2006

Antiguamente tenía fama de poseer una buena memoria.

No era exacto. Si bien era capaz de recordar momentos que habían sucedido hace años, a duras penas podía acordarme de qué había comido ayer o repetir exactamente la última frase que se me había dicho.

Pero ahora es distinto. La gota que colmó el vaso fue ayer cuando un antiguo compañero de la escuela se acercó a hablar conmigo y me vi completamente incapaz de recordar su nombre.

Hay quien me ha tratado de tranquilizar asegurándome de que la pérdida de mis capacidades es algo "normal" e inevitable con la edad.

Y ahora sonrío al pensar que si durante mi infancia mis abuelos me contaban "batallitas" no era gracias a su prodigiosa memoría, sino a su gran imaginación...

No hay comentarios: