jueves, 24 de noviembre de 2005

Que conste que la concentración era ilegal...

Una de las cosas que la edad no ha conseguido eliminar por completo en mí, son los prontos que me dan en ocasiones y por los que realizo determinadas acciones a priori impensables (impensables en una persona talludita, sensata y coherente, entiéndase). En el fondo creo que los necesito para no encasillarme demasiado dentro de la categoría de "previsible" en la cual nado no muy a gusto.

Tal vez éste que narro no fuera el primero, sin embargo, no sé porqué hoy me ha venido a la mente.

Andaba con mis padres y unos amigos de excursión por la sierra de Urbasa cuando detecté un rebaño de ovejas. Quizá a mis 10 años debía tener vocación de antidisturbios porque decidí disolver la concentración y poco a poco fui dividiendo el gran grupo en otros más pequeños hasta que quedaron decenas de ovejas dispersadas por toda la pradera. Y claro... afanado en esa tarea era incapaz de observar lo que sucedía a mis espaldas: mi padre discutiendo con el pastor para que no me zurrara con la vara de avellano.

Ni que decir que aún no me he aprendido la lección...

2 comentarios:

Anónimo dijo...

Tú actitud podría ser mejor entendida si supiéramos si las ovejas en cuestión eran churras, merinas o latxas... Que en los tiempos que corren, no va a dar lo mismo.

Ya te veía yo un tufillo de "beltza", ya...

Txabi Beroitz dijo...

"...impensables en una persona talludita, sensata y coherente, entiéndase...". Y esta persona ¿quién se supone que es?.