Y hubo un día en el que juré no volver a entregar nunca más mi alma. En el que me prometí mantenerla a salvo de cualquier contacto con el exterior.
Y llegaron los días, en los que me tuve que tragar las palabras pronunciadas y los juramentos realizados.
Y pasaron los años, y cada uno de ellos, al llegar a estas fechas veo como por puro azar la historia parece repetirse. Y la tristeza me invade, producto de sueños que no pudieron cumplirse.
Donde hubo llamas... sólo queda la aridez de la tierra quemada.
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