Comenzamos a andar. Inmediatamente de sus labios salió la pregunta:
- ¿A dónde vamos...?
Durante unos segundos me quede callado, sin saber como reaccionar. Entonces señalé con la cabeza al frente y dije:
- Hacia ahí...
Media hora después volvía a estar tranquilo, nuestras dudas se limitiban a elegir entre el camino de la izquierda o el de la derecha. Pequeñas cuestiones a las que sí podía dar contestación.
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