martes, 30 de noviembre de 2004

Paseo nocturno

Mientras miraba como se marchaba el metro de las cuatro de la mañana pensó:
- ¿Es que no aprendes?, ¡Máldita manía la tuya de alargar las despedidas y ver luego como se te escapa el tren por unos segundos!.

La estación estaba vacía y la sola idea de estar sentado media hora en un banco hasta que llegara el siguiente no le seducía lo más mínimo. ¡No!, mejor aprovecharía ese tiempo para dar un paseo por el Casco Viejo por el que tantas veces se había perdido años atrás.

Así pues se dio la media vuelta y recorrió en sentido inverso el largo tunel por el que había llegado segundos antes.

La Plaza de Unamuno la tiene ya muy vista, no en balde viene siendo su lugar de cita en la actualidad. Miró la calle Libertad y encaminó sus pasos hacia ella. Sonríe, entre sus manías se encuentra la de buscar la calle Libertad al llegar a una ciudad desconocida para él, y se enfada cuando no la encuentra. Pero su ciudad la tiene.

El panorama de la Plaza Nueva no es muy alentador, bolsas, tetra-briks, botellas de plástico y muchos cristales invaden el suelo. Antaño esa plaza permanecía virgen las noches de sábado. A lo sumo encontraría una pareja aprovechándose de las penumbras que crean los soportales. Y se acuerda de los conciertos, de como descubrió a Radio Tarifa, de un encuentro que no pudo darse en el de Ismael Serrano y de la tristeza que le produjo perderse la actuación de María del Mar Bonet.

Descubrió entonces que absorto en sus pensamientos, había avanzado calles más allá y se encontraba ahora frente a la puerta del Txomin donde siempre le tocaba tener que esperar 20 minutos, cuando por entonces era puntual. Avanzó por Barrenka, ahora que estaba vacía y no se sentía fuera de lugar por su edad. Al ver la puerta del Katu le vinieron a la cabeza las imágenes de cuando con Juancar perseguían y se dejaban perseguir por dos chavalas de bar en bar.

Enfiló el callejón en dirección a la calle Ronda. Y cuando vió "La Villa" volvió a sentir las ganas de no querer irse, como sucedió la primera vez. Pero ya era tarde.

Entonces sintió el frío de la noche bilbaína y se dirigió de nuevo a la estación.

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