viernes, 8 de diciembre de 2006

Mi pueblo envejece y yo con él

De paseo por mi pueblo he descubierto que ya no existen las dos jugueterías en las que de niño me paraba a mirar sus escaparates. Tampoco están abiertas las dos librerías de donde vinieron mis primeras lecturas ni queda rastro de todas las tiendas y kioscos que me surtieron de golosinas por entonces.

Todos ellos han sido sustituidos por negocios más acordes con mi edad. Inmobiliarias con la casa de mis sueños, bancos que me ayudarán a pagarla, tiendas de decoración para convertirla en un lugar más acogedor y caros restaurantes donde celebrar en lo que me he convertido.

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