jueves, 20 de abril de 2006

Ayer salí tarde de trabajar, cuando lo hice me fijé en las personas que quedaban en la oficina. Por la noche, para entrar hay que pedir permiso al vigilante que se encuentra en la entrada, el cual debe tomar nota del nombre de quien quiera acceder.

Del tarro lleno de monedas de cobre que tengo sobre la mesa, han desparecido (aunque no ayer) todas las de cinco céntimos. No eran muchas, pero la tarea de separar las grandes de las pequeñas sin ser visto requiere que no haya nadie cerca.

La primera vez que desapareció algo, había una decena de CDs en otro cajón. No he echado en falta ninguno. El valor de los CDs supera con creces, el dinero robado.

La moneda de dos euros que dejé ayer, esta mañana no estaba.

El número de personas que han tenido acceso a mi cajón durante mi ausencia es muy reducido. Mucho.

He terminado por cansarme. Me niego a echarle llave a mis cuatro pertenencias, sobre todo porque en este caso me roben lo que me roben apenas va a hacerme más pobre, pero tampoco estoy por la labor de "regalar" el dinero que con mayor o menor esfuerzo me cuesta ganar.

Hoy he vuelto a dejar 7 monedas, dos de euro, tres de veinte céntimos y otras dos de cinco (lo apunto aquí para acordarme). Son de chocolate. Que le aproveche!!!

4 comentarios:

Anónimo dijo...

Esas monedas de chocolate, yo no te las perdonaba... dime donde trabjas y las echarás de menos... Un besote niño.

itsasbeltza dijo...

Ja....!!, me lo temía!!!. Acabaré por demostrar tu implicación en el robo. En cuanto te pille con los mofletes llenos de chocolate...

Anónimo dijo...

Oye yo pensaba que no se podían hacer trampas... pero si tú las haces, Andaya las hace... yo también, es lo justo... Para el post siguiente ale...

Anónimo dijo...

Si Ume hace trampas, Andaya hace trampas... ¡No las voy a hacer yo!. Hale, para el post siguiente, que-lo-sepas!

¡Tramposo!

¿Ya has cambiado de móvil?.

Musu bat!